Ver las cosas desde lejos hace que el aire de
la vida corra por delante y limpie de hojarasca
el cuadro. Los perfiles se amontonan y componen
lo que algunos llaman objetividad.
Verlas desde arriba facilita la comparación de
las dimensiones externas y nos distancia de
los latidos interiores, que no se ven, se intuyen.
Desde abajo se enfatiza el cuerpo, se
achica el alma. A ras, el ser humano se mide
con las imágenes. Rozarlas con los ojos es acceder
a una porción corta, aunque, a veces,
en una mirada cabe un universo.
Manuel Garrido Palacios
